A nosotros, los varones, nos hace falta dar una mirada a los inframundos que tenemos por dentro y que constantemente negamos ya sea por ignorancia, puntos ciegos de lo que no logramos ver en nosotros mismos, por abierta decisión de no hacerlo o por el temor a eso que llamamos fracaso, es que ¿quién desea ser identificado como fracasado en una estructura social que te presiona para ser exitoso?
Varones presionados por esa idiosincrasia que definimos como mérito. Es decir, hay que demostrar que se es varón. Joder, pero qué maldad es eso del mérito y de demostrar constantemente el ser varón. A diferencia del mérito, está el esencialismo (no sé si esa palabra existe en la RAE, pero me paseo a la RAE y su colonialismo gramatical); por bastante tiempo a la mujer se le consideró esencialmente (aquí los roles) ama de casa, frágil, doméstica, cocinera, tejedora, la que cría, ayuda, llorona, emocional y etc… por tanto, no pueden ser otra cosa. En cambio, el varón, dentro de esa trilogía espeluznante que son el patriarcado, colonialismo y capitalismo, debe demostrar que es varón, que el pene se le erecta, que provee, que es fuerte, que no se afecta emocionalmente, que no llora, que puede más que el compañero de al lado… esencialismo para las mujeres, demostración y mérito para los varones. El desequilibrio es evidente.
Que bueno fue y es que los movimientos feministas comenzaron a deconstruir esa narrativa femenina esencialista, narrativa femenina elaborada por varones.
El tiempo ha transcurrido desde que los diversos relatos mitológicos de la creación de la humanidad nos contaron cómo llegamos a ser. Algunos podrán decir que los varones esencialmente somos quienes deben tener méritos, y que las mujeres hacen lo que hacen en el hogar solo porque son mujeres. Por favor, no me reclames si por ahora solo hablo del binario varón/mujer… es que los relatos mitológicos tienen esas limitantes binarias.
¿Se nace varón o se llega a serlo?
Ahora no hablo solo del mérito, sino de la cultura que nos inunda, o donde se nos inunda como un bautismo que nos marca la ruta, la norma… esa norma es la heterosexualidad.
Además, debes demostrar que eres hetero. Seas ish o ishah, varón o mujer. Otra tragedia.
Este es mi diario, donde no siempre mis ideas son ordenadas, solo estoy dialogando con mis inframundos, conmigo y con este diario que a mis ojos repite lo que va hablando mi mente y transcribiendo mi mano izquierda.
Por ahora solo escribo el caos que pienso, así, en desorden. Queda mucho por decir.
Mañana tal vez abra mi corazón.
Llámame Ish
No hay comentarios:
Publicar un comentario