domingo, 15 de agosto de 2021

Esa libertad llamada egoísmo

 Desde hace ya algunos años que he venido reflexionando en mi egoísmo, ese egoísmo del que todos hablan referente al otro, pero no de sí mismo.

Uno de los autores que he leído últimamente es a Derrida y lo que habla sobre “deconstrucción”. Él, me da la impresión, que habla de deconstruir textos; hoy hablamos de deconstruir ideas y estructuras sociales que han gobernado ideológicamente por bastante tiempo. Yo, quiero deconstruir esas narrativas que me hicieron temer por largos años.

Qué mala prensa o imagen te da cuando de ti se piensa o dice que eres egoísta. No me he enterado que lo digan de mi, por eso, lo digo yo de mi mismo. Latinoamérica bella, idiosincrasia de achoclonamiento versus el mal mirado egoísmo.

En aquellos tiempos de pastoral, vivía para los demás, no me quejo, lo agradezco, me dio muchos amigos, lo agradezco. Pero finalmente eran amistades nobles con quienes sentía la carga de mantener una postura externa.

Yo quería visitar mis inframundos.

La imagen disque pública en el ambiente institucional sería la vergüenza y la disciplina/castigo. Absurdo de lo absurdo, negación de algo humano, equiparación de fe y moralidad, lo uno puede existir sin lo otro.

Decidí apartarme egoístamente.

Me gusta estar solo, no sentirme solo. Es amistad conveniente y muy honesta. Me gusta demasiado estar con las personas que me conocen en mi inframundo humano, aunque también me han interpelado indirectamente por mis soledades. No me quejo de ello, lo agradezco, son para mí, rostros del misterio sagrado. No soy un absoluto, soy lo que voy viviendo en comunidad y soledad al mismo tiempo, solo que ahora soy un poco más egoísta, con menos carga y mas deseos.

Aún así, sigo intentando amar desmedidamente.

Contradicción es uno de mis inframundos. Solo espero, que creyendo yo estar haciendo bien, no le esté haciendo daño a alguien.

Y termino preguntándome ¿existe libertad verdadera o es solo ficticia por los mundos que nos creamos en esa constante resistencia de lo que sabemos o sentimos que nos oprime?

Aquellos que en lo inframundano me aman, son en gran parte, mi libertad.

Con cariño, Ish 


martes, 3 de agosto de 2021

Por ahora solo el caos que pienso

 A nosotros, los varones, nos hace falta dar una mirada a los inframundos que tenemos por dentro y que constantemente negamos ya sea por ignorancia, puntos ciegos de lo que no logramos ver en nosotros mismos, por abierta decisión de no hacerlo o por el temor a eso que llamamos fracaso, es que ¿quién desea ser identificado como fracasado en una estructura social que te presiona para ser exitoso?

Varones presionados por esa idiosincrasia que definimos como mérito. Es decir, hay que demostrar que se es varón. Joder, pero qué maldad es eso del mérito y de demostrar constantemente el ser varón. A diferencia del mérito, está el esencialismo (no sé si esa palabra existe en la RAE, pero me paseo a la RAE y su colonialismo gramatical); por bastante tiempo a la mujer se le consideró esencialmente (aquí los roles) ama de casa, frágil, doméstica, cocinera, tejedora, la que cría, ayuda, llorona, emocional y etc… por tanto, no pueden ser otra cosa. En cambio, el varón, dentro de esa trilogía espeluznante que son el patriarcado, colonialismo y capitalismo, debe demostrar que es varón, que el pene se le erecta, que provee, que es fuerte, que no se afecta emocionalmente, que no llora, que puede más que el compañero de al lado… esencialismo para las mujeres, demostración y mérito para los varones. El desequilibrio es evidente.

Que bueno fue y es que los movimientos feministas comenzaron a deconstruir esa narrativa femenina esencialista, narrativa femenina elaborada por varones. 

El tiempo ha transcurrido desde que los diversos relatos mitológicos de la creación de la humanidad nos contaron cómo llegamos a ser. Algunos podrán decir que los varones esencialmente somos quienes deben tener méritos, y que las mujeres hacen lo que hacen en el hogar solo porque son mujeres. Por favor, no me reclames si por ahora solo hablo del binario varón/mujer… es que los relatos mitológicos tienen esas limitantes binarias. 

¿Se nace varón o se llega a serlo?

Ahora no hablo solo del mérito, sino de la cultura que nos inunda, o donde se nos inunda como un bautismo que nos marca la ruta, la norma… esa norma es la heterosexualidad.

Además, debes demostrar que eres hetero. Seas ish o ishah, varón o mujer. Otra tragedia.

Este es mi diario, donde no siempre mis ideas son ordenadas, solo estoy dialogando con mis inframundos, conmigo y con este diario que a mis ojos repite lo que va hablando mi mente y transcribiendo mi mano izquierda.

Por ahora solo escribo el caos que pienso, así, en desorden. Queda mucho por decir.

Mañana tal vez abra mi corazón.

Llámame Ish