sábado, 10 de diciembre de 2016

No me dejes solo


Lo confieso, le he robado el título de este post a un pastor y profesor que tuve el privilegio de conocer en mi tiempo de estudios; él ya ha fallecido, su nombre es Roberto Amparo Rivera.

En el libro, el autor describe cómo una enfermedad lo llevó a experimentar una dolorosa soledad a nivel personal y profesional. De allí nace el título del libro "No me dejes solo".

Es que es cierto, las caídas duelen, pero la soledad experimentada después de algún fracaso, duele mucho más.

Primero hablaré de las caídas, porque no es solo una clase de caída. Caemos porque simplemente así ocurrió de casualidad, pudo ser un accidente o alguna enfermedad; caemos por acciones con o sin intención de terceras personas; también caemos por nuestras propias acciones o errores. Como puedes ver, las caídas o los fracasos vienen de distintas formas, pero inevitablemente siempre llegan. Caer o fracasar en algo es profundamente doloroso, algunas experiencias duelen más que otras, eso lo sabemos.

¿Has hecho caer a alguien?
¿Has visto caer a alguien?
¿Alguien a causado que caigas?

En lo personal, podría responder a las tres preguntas planteadas arriba, y te aseguro que no siempre son respuestas gratas. Jamás he tenido la intención de hacer caer a alguien, eso lo puedo asegurar, pero sí puede decir que he causado la caída de alguien o el fracaso de alguien. Espero que seas honesto contigo mismo y te responsas sin gota de orgullo. Te aseguro que te ayudará a mejorar.

Cuando este profesor nos contaba en clases su experiencia que había descrito también en el libro, lo que más me impactó, fue el dolor que experimentó después de la caída, y ese dolor fue la soledad que vivió, el abandono que sufrío de diversas formas y personas en las cuales él había dedicado mucho tiempo y cariño.

Ohh, si te contara mis caídas, si me contaras las tuyas, es probable que lleguemos al mismo punto, en algún momento nos sentimos profundamente solos ¿verdad?

Mi profesor fue valiente, el grito, habló, escribió "No me dejen solo", no por dar lástima, sino porque la soledad duele. Y con este post espero que también seas valiente, no temas exclamar ¡No me dejes solo! No necesitas sufrir tu caida en soledad.

Dios, por su lado, jamás nos deja solos, ni antes, ni durante, ni después de la caída.

Pero ¿Qué hay de nosotros?
¿A quién has dejado vivir solo su caída?

A veces, somos tan arrogantes que esperamos que sea el otro el que pida ayuda, pero ojo, no se trata de que vayas a resolverle la vida a alguien, solo se trata de que te hagas presente, de que no lo dejes solo.

Aquí te dejo algunos consejos.

Al caído,
dale permiso de estar enojado,
dale permiso de llorar, de gritar,
dale permiso de reclamar,
de cuestionar,
dale permiso de estar triste.

La caída duele, pero la soledad duele más.
Si caes, avísame, para no dejarte solo.
Si caigo, te avisaré, para que no me dejes solo, pero... en realidad no quisiera caer más o no quisiera caer tanto, porque parece que se experimenta mucha soledad.

Pero ten esperanza, porque Dios siempre está presente, y siempre se hace presente por medio de alguien más.

Con cariño

Keno




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